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BOLIVIA: memorias del Alto Perú

Por: Roberto Pazos /
Bolivia es para muchos peruanos un país cercano pero desconocido. El país altiplánico sorprende por sus riquezas naturales, diversidad cultural y crecimiento económico. Un empresario en La Paz y un estudiante en Cochabamba nos cuentan sus experiencias en el vecino país.

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La mejor manera de llegar a Bolivia es por tierra donde se puede apreciar el majestuoso lago Titicaca que une a los dos países: de un lado los Quechua y del otro los Aymaras. En Desaguadero se encuentra el puente limítrofe, una división política de pueblos hermanos que comparten su pasado incaico, colonial y republicano.
Descendiendo por la a empinada carretera de la meseta del Collao se llega a La Paz, la capital mas alta del mundo. En este camino de una sola vía se vislumbra el imponente nevado Illimani y un espiral de casas que de noche se asemejan a estrellas de una enorme constelación. El empresario peruano Jorge Luis Béjar hace este diario recorrido y es así que ha aprendido a amar este accidentado paisaje.
Béjar llego a La Paz casi por accidente: “Trabajaba para un consorcio Mexicano y nadie quería venir para acá, yo me ofrecí y les dije que las operaciones no estaban marchando bien y por honesto me confirmaron en el puesto” dice Béjar. Mas tarde el empresario peruano se independizó y creó una empresa de consultoría, ahora es gerente de “Autentica”, la segunda cervecera de Bolivia.
La Paz se divide en tres partes: la meseta en donde se encuentra El Alto, mas abajo esta el centro histórico de la ciudad y en una pendiente el área residencial de la Zona Sur. El auge del precio de los minerales y el gas han convertido a Bolivia en un país pujante en donde las construcciones crecen tanto como la clase media urbana. “A veces la gente tiene una visión errada de Bolivia, lo ven como una país pobre y atrasado, pero es todo lo contario” dice Béjar.
En el trayecto hacia El Alto, donde se ubica la planta cervecera “Autentica”, hay verdes campos, cristalinas lagunas y el bosque de piedras conocido como “El valle de la Luna”, debido a sus relieves en forma de cráteres. “Esto es lo que me gusta de La Paz, las industrias se mezclan con paisajes naturales, todo en una perfecta armonía” dice Béjar.
Desde el mirador se contempla el centro histórico de la ciudad: los adoquines de casas que bajan desde El Alto, el cuadrilátero de la plaza Murillo con sus casonas coloniales y las calles que suben y bajan serpenteando los cerros. “Cuando vienen familiares y amigos a La Paz se sorprenden de lo grande y bella que es la ciudad” resalta el empresario peruano.
Bolivia es uno de los países de América Latina con mayor porcentaje de indígenas. El país está cambiando y los Aymara están tomando un rol mas activo en la sociedad: “La riqueza está cambiando de dueños, ahora una Mamacha viene con una bolsa llena de dinero y compra en efectivo un apartamento” dice Béjar mientras recorre las calles del selecto distrito de la Zona Sur.
El éxito de Béjar se debe a que ha sabido adaptarse a los diferentes países en donde ha vivido y laborado como empresario: México, Estados Unidos y El Caribe; Por alguna razón en Bolivia ha encontrado algo que es único y diferente: “Esto es lo que buscaba, vivir entre ambos países: mi casa de playa en Lima y la calma, seguridad y tranquilidad de esta ciudad”, concluye Béjar quien valga la redundancia encontró su paz en “La Paz”.

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Descendiendo casi mil metros de altura hacia el centro del país se encuentra Cochabamba o la planicie del lago en lengua quechua. Esta ciudad esta enclavada en un valle de clima templado: cálido al mediodía y fresco en la noche. Aldo Pinchi vino de Tarapoto como miles de jóvenes peruanos a estudiar en las económicas universidades de Bolivia. “Estudiar medicina es caro y aquí pago la mitad de lo que me costaría en Perú” dice Aldo.
Cochabamba es una ciudad pujante donde también se encuentran los sindicatos de los productores cocaleros. Desde aquí el Presidente Evo Morales empezó su acelerado camino hasta llegar a la casa de gobierno en La Paz. En la colorida plaza de armas Aldo hace un recuento de su experiencia en Bolivia: “Llegue solo pero me mude con una familia que me trató como su hijo, me resultó difícil el cambio de clima y adaptarme a la cultura de otro país, pero ya me he ido acostumbrando” dice Aldo.
La jornada diaria de Aldo empieza muy temprano, además de estudiar hace practicas en postas medicas de los suburbios de la ciudad para atender a pacientes de bajos recursos: “En un ocasión los practicantes de la escuela de medicina tuvimos que hacer una colecta para salvar un niña cuya madre no le alcanzaba para pagar la cirugía” dice Aldo.
El convenio de integración “Andrés Bello” permite que estudiantes de medicina de los países de la comunidad andina puedan ejercer la profesión dentro de los estados miembros. Muchos inmigrantes peruanos aprovechan la oportunidad académica en Bolivia que no tiene nada que envidiar a la de cualquier otros país de América Latina. “Luego de terminar mis practicas pienso regresar a Perú para abrir un consultorio médico” dice el aspirante a doctor.
En la privacidad de la pensión en donde reside con otros estudiantes Aldo confiesa su otra pasión: “Aunque soy charapo aprendí a bailar la merinera desde que era muy pequeño”, con su poncho y sombrero norteño Aldo se despide no sin antes invitar a que otros paisanos se animen a cruzar el Titicaca “Vengan por acá, vale la pena intentar estudiar en el extranjero, he aprendido a ser más responsable, hacer nuevos amigos y a valorar más a mi país” concluye Aldo.
El sueño de Santa Cruz de la confederación Peruano-Boliviana duró cerca de tres años, pero nuevos vínculos empresariales, académicos y culturales estrechan más a ambos países que conforman el núcleo de la Sudamérica indígena, mulata y mestiza.
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