PUERTO RICO: en la isla del encanto…
Por Roberto Pazos /
Desde el viejo San Juan, pasando por sus verdes montañas hasta sus bellas playas; Puerto Rico o las Isla el encanto es una joya en el mar del Caribe y guarda en su pequeña extensión una gran variedad de paisajes, comidas y culturas. En este estado asociado de los Estados Unidos encontramos dos empresarios peruanos que se ha aclimatado a esta isla tropical.
En el distrito del entretenimiento de La Condesa vemos un letrero que llama la atención de los transeúntes: Restaurante Perurrican en su interior Jorge Domínguez, el dueño del local, nos cuenta como se decidió a emprender el negocio de sus vida: “Yo trabajaba en cruceros y viajaba mucho, decidí radicar en Puerto Rico porque cupido me flechó…la relación no funcionó, pero ya asentado en la isla decidí abrir un restaurante peruano con fusión puertorriqueña” dice Jorge.
El restaurante Perurrican además representa la fusión entre el norte y el sur, Puerto Rico está literalmente al centro del hemisferio americano y es un punto intermedio entre las culturas anglosajona y latina: “Puerto Rico sigue siendo latino e informal en algunas cosas, llegas a Estados Unidos y todo es más estricto…Perurrican es el resultado de la mezcla entre Perú y Puerto Rico, así es como el concepto pegó…” dice Jorge.
Vivir en Puerto Rico no es nada fácil, en la isla casi todo lo que hay se importa de otros países y por eso el nivel de vida es caro. Jorge sabe que para dar con el clavo del negocio culinario hay que ofrecer siempre lo mejor. “Este local está ubicado en la primera planta de un hotel, además cuenta con terraza y vista al mar…la clientela es muy exclusiva y brindamos todas las atracciones de un restaurante de primera” dice Jorge mientras nos muestra con orgullo la cámara frigorífica en donde se preparan los ceviches frescos para ser servidos al comensal.
A unos minutos en carro se encuentra el morro del viejo San Juan donde yace la fortaleza que protegía la isla de los piratas y corsarios. Esta área conserva su pasado colonial y debido a su gran bagaje cultural fue elegido por la Unesco patrimonio histórico mundial. “El viejo San Juan tiene un parecido a Lima y desde la fortaleza se puede apreciar el mar, el distrito popular de La Perla y el viejo cementerio; este es el lugar preferido de turistas y parejas que vienen acá a presenciar la puesta del sol” dice Jorge.
Pasada la puesta del sol, Jorge se dirige a su apartamento de un edificio en la playa de Ocean Park con el fin de prepararse para la vida nocturna de San Juan que es otra aventura por descubrir. “Esta isla tiene mucha vida, la gente es muy cálida y el puertorriqueño sabe como disfrutar” , dice Jorge mientras enciende la radio y escucha reggaetón, “Me siento a gusto, he abierto mucho mercado con los platos que he traído y tengo proyectos de nuevos locales con el fin de difundir la comida peruana en el exterior,” concluye Jorge.
A casi una hora de San Juan se encuentra Caguas, un área con montañas cubiertas de frondosa vegetación, parece mentira que estemos tan cerca y tan lejos del bullicio de la ciudad capitalina. Es aquí en donde encontramos a otro empresario peruano que quedo hipnotizado con la isla del encanto.
Estuardo Aguilar emigró a los Estados Unidos para buscar un futuro mejor, pero lo que no encontró en el inmenso país del norte lo halló en esta pequeña isla caribeña: empresa, esposa e hijos. “Vivía en Connecticut y un día vine a visitar a mis hermanos en Puerto Rico, ellos me convencieron a quedarme para ayudarlos a abrir una empresa familiar y una década después sigo en este paraíso” dice Estuardo.
Pero no todo es color de rosa en este paraíso terrenal, los innumerables huracanes que golpean la isla de Puerto Rico hace que los grupos electrógenos se hagan imprescindibles en las escuelas y hospitales. Es así como los hermanos Aguilar de Vitarte tuvieron la visión de abrir una empresa y aprovechar esta oportunidad. “Esta es la fábrica de Rica Power, la única que produce grupos electrógenos en la isla…Acá tenemos unos 30 empleados y muchos de ellos son compatriotas como el Señor Vera que se dedica a la soldadura”, dice Estuardo dando una palmada en la espalda al soldador.
En Puerto Rico el verano dura casi todo el año y transitar por las carreteras bajo 40 grados de temperatura en el intenso trafico citadino es cosa de valientes. “Puerto Rico es uno de los pocos lugares en Estados Unidos donde se escucha los clacsons de los autos, en el norte rara vez se escuchan los bocinazos”, dice Estuardo quien maneja hasta la fabrica de ron Bacardi.
En la época colonial Puerto Rico era uno de los principales abastecedores de azúcar de caña. Ahora la isla importa melaza para producir el ron , uno de los principales productos de exportación. La hacienda Bacardi aun guarda la nostalgia del auge del azúcar y uno lo puede comprobar al tomar uno de las visitas gratuitas. “Esta es una parada obligada para quien a visitar la isla, acá uno puede degustar decenas de tipos de ron antes de conocer las instalaciones de la hacienda”, dice Estuardo.
En la hacienda Bacardi se muestra el proceso del licor de caña desde su extracción hasta que llega a las cantinas. Terminado el didáctico tour y después de la degustación Estuardo conduce hasta su casa ubicada en las laderas de la montañas del pueblo de Orocovis. “Hago este trayecto a diario, me encanta la naturaleza y me siento afortunado de no tener que soportar el diario stress de la ciudad” dice Estuardo.
Llegamos casi a la punta de una colina, la vista panorámica es espectacular y desde la cima se respira aire limpio. Estuardo presenta a su familia, su esposa boricua (natural de Puerto Rico) y su pequeña hija. Después de comer un típico mofongo, el equivalente del Juanes de la selva peruana, vamos al centro del pintoresco pueblo. Una Iglesia, la plaza de armas y la pileta nos transportan a la memoria de un rustico pueblo de la sierra andina. “Esto me hace recordar a mi país…Amo mi Perú, lo extraño mucho y siempre digo que no importa de donde llegas si es que no recuerdas de donde saliste” culmina Estuardo.
En el recorrido de la isla de apenas un par de horas pasamos de la costa tropical, a la cordillera tupida de vegetación, degustamos el sabor de la comida típica y sobretodo la calidez de un país que a pesar de pertenecer a los Estados Unidos, aun mantiene orgullosamente sus raíces hispanas.
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