BRASILIA: capital modelo.

Por: Roberto Pazos /

La capital de Brasil tiene cerca de 50 años y fue diseñada por unos de los arquitectos más destacados del siglo XX: Oscar Niemayer. Esta ciudad tiene la forma de un avión: el congreso vendría ser la cabina, un lago artificial las alas y el terminal de bus la cola. Brasilia es como una ilusión visual y un empresario peruano nos cuenta sus impresiones sobre esta urbe.

Eduardo Santa Cruz llegó a Brasilia hace 17 años para estudiar diplomacia y luego decidió hacer empresa en el gigante sudamericano. Eduard, como lo llaman sus amigos, es dueño de la discoteca “El Caribeño” y promotor de cantantes de música regional brasilera. “El éxito se basa en tres pilares: primero el esfuerzo, segundo el estudio y por último la identificación con la gente” dice Eduardo.

El recorrido de Brasilia lo empezamos por la cabina: desde la plaza de los tres poderes donde se encuentra el congreso, el palacio de gobierno y la corte suprema de Brasil. En el centro de la plaza hay una simétrica escultura de dos soldados o ‘Candangos’ que representa a los trabajadores que construyeron la ciudad. “Lo más resaltante de Brasilia es su arquitectura, acá vienen miles de estudiantes para apreciar estas edificaciones que son verdaderas obras de arte y que además cumplen una función practica” dice Eduardo.

Todo está planificado en Brasilia y nada es dejado al azar: a los costados de la plaza de los tres poderes se encuentran los ministerios, luego los centros comerciales y seguidamente los centros residenciales. La catedral metropolitana que asemeja un triangulo formado por dos manos que se juntan como si estuvieran orando. Brasil es además el país con la mayor cantidad de población católica del mundo. “La acústica en el interior de la catedral es tan perfecta que tu puedes hablar desde la entrada y yo te puedo escuchar l desde el otro extremo del recinto religioso”, añade Eduardo.

Al salir de la catedral Eduardo nos confiesa: “Lo más difícil fue venir de Lima a Brasil, extrañaba todo…lloraba antes de dormir, echaba de menos la comida, la música y la vida bohemia de Lima” prosigue Eduardo mientras sortea las cuatro estatuas de bronce que representan a los apóstoles del nuevo evangelio: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

La nostalgia da paso al frenético evento que Eduardo está preparando en el “Fanfest”, concierto auspiciado por la FIFA para las personas que no pueden asistir al mundial: “La música brasilera ha ido evolucionando, ahora está de moda el género ‘Sertaneja’ o ritmo universitario que Michel Telo, Gustavo Lima y los jugadores de futbol han popularizado en todo el mundo” dice Eduardo mientras coordina todo para que su banda suba al escenario.

Eduardo representa al dúo regional brasilero “Henrique e Ruan” (Enrique y Juan, en español) que acaba de venir de su gira desde Bahía, casi un día de camino en este inmenso país: “Lo que la gente ve en el escenario es ocho músicos y dos cantantes, pero en verdad somos cerca de 40 personas detrás del escenario entre técnicos, asistentes y organizadores” dice Eduardo.

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En Brasil durante todo el mes de junio se celebra las “Fiestas Junhinas”, una tradición que data de la época colonial portuguesa. Los bailarines visten prendas del siglo pasado, las mujeres frondosas faldas y los hombres coloridos atuendos. Este día todos los ritmos se mezclan: el pasado y el presente se combina en una interesante mezcla de fiesta y futbol. “La gente en Brasil es alegre y acogedora” añade el empresario peruano quien disfruta mucho de su trabajo.

Es domingo, las iglesias están vacías y la fiebre mundialista invade Brasilia. Eduardo se apresta para ir al estadio nacional y asistir al primer encuentro de la justa deportiva mundial en esa ciudad: “Acá tengo las entradas del partido Ecuador versus Suiza, es la primera vez que estoy en un mundial y vivirlo en Brasil donde se respira futbol es una doble experiencia” dice Eduardo.

Pero no todo es color de rosa, en Brasilia también hay frustración por la excesiva factura de la copa del mundo: “La gente está enojada porque el gobierno ha invertido millones en estadios de futbol y ha descuidado servicios básico como salud y educación…las repercusiones políticas han sido muy grandes, antes el partido gobernante era visto como aliado al pueblo, ahora este se siente traicionado” dice Eduardo quien muestra la otra cara de la moneda.

Brasilia representa un microcosmos del país: hay gente que se puede dar el lujo de pagar las caras entradas para los partidos del mundial de futbol y otras que solo pueden contentarse con ver los juegos por el televisor. Además el costo de vida en Brasilia es muy elevado; “la renta de un apartamento como el mío cuesta entre 1,700 a 2 mil dólares mensuales, acá se gana bien pero también se gasta bien…si no tienes una fuente de ingresos estable no puedes permanecer más de tres mese en esta ciudad” dice Eduardo mientras nos hace el tour de su moderno apartamento.

Después de probar una carne brasilera o Picahna, recorrer la geométrica ciudad y mostrarnos su estilo de vida, Eduardo nos deja sus reflexiones finales: “Mi sueño es usar el ‘Know-how’ o conocimiento que he aprendido acá para hacer una empresa que sirva de puente entre Perú y Brasil y con este pretexto vivir en ambos países permanentemente” culmina el empresario peruano con el fondo del esplendido cielo azul de esta ciudad modelo.

A pesar de que Brasil está en Sudamérica, este país se siente como un sub-continente separado del resto por la cordillera de los andes y la inmensidad de la selva amazónica. Desde el clima tropical del Noreste hasta el frio del sur, Brasil es una gigante desconocido. Brasil habla un idioma diferente, tiene socios diferentes y posea una auto-suficiencia que lo separa de sus vecinos. Los nuevos inmigrantes, incluidos los peruanos, están cambiando esta realidad transformando al Brasil en un país más diverso y abierto al mundo.

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